El ruido forma parte de nuestras vidas. En la calle, en el trabajo y, especialmente, en casa. En los dos primeros es un hecho que damos como natural; el paso de los coches, las personas y el estrés hacen que la contaminación acústica sea un elemento mas del día a día. Pero también nos toca lidiar con el ruido en casa, al que en muchos casos no damos importancia porque ya estamos acostumbrados. Pero el ruido es un enemigo invisible que afecta nuestra salud y contra el que hay que luchar, de ahí que el último miércoles del mes de abril sea el día mundial de concienciación contra el ruido.
Un nivel de ruido excesivo puede provocar problemas cardiovasculares, de frecuencia cardiaca, alteraciones de sueño, ansiedad y estrés. Es por eso que es tan importante que las nuevas edificaciones cumplan las especificaciones contra el ruido, convirtiéndose en espacios silenciosos respecto al resto de habitaciones de la casa y las de los vecinos. Gritos, televisiones con el volumen demasiado alto o lavadoras se convierten en fuentes de conflicto en edificaciones en las que, como dice la frase hecha, las “paredes son de papel”.
65 es el nivel de decibelios de ruido máximo con el que podemos lidiar en nuestra propia casa, y varias iniciativas en sectores como la edificación han tratado de convertirlo en ley. Para ello sería necesario darle más importancia al aislamiento envolvente del edificio, la protección de tabiques forjados y las paredes divisorias interiores. Poco a poco, los criterios en la construcción van cambiando, tratando de producir viviendas que sean mas sostenibles a nivel medioambiental. Por eso, desde diversas asociaciones, se hace hincapié en que todas esas medidas han de ir acompañadas de medidas contra el ruido. Al fin y al cabo, poder descansar en nuestra propia casa sin preocuparnos del ruido también es una cuestión de salud.
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