Si ayer comentábamos que el precio de la vivienda está experimentando un aumento gradual debido a la mejoría de la economía y del mercado inmobiliario residencial, hoy sabemos que muchas de las compras de vivienda que dinamizan el sector se llevan a cabo con la finalidad de realizar una inversión económica en activos que presentan una buena rentabilidad. Así pues, según el ‘XXV Informe sobre el mercado de la vivienda’, elaborado por la Universidad Pompeu Fabra (UPF), nada menos que el 28,7% de las adquisiciones de viviendas de segunda mano que se completaron durante la primera mitad de 2017 se hicieron como inversión. De esta forma, según los autores del estudio, los inversores continúan en busca de buenas oportunidades de negocio, algo que encuentran precisamente por las opciones que da el mercado en estos momentos y la “alta rentabilidad de poner una vivienda en alquiler”.
El perfil del inversor es el que responde a personas de una edad bastante más avanzada que la del comprador que realiza la adquisición de su primera vivienda. Así, el inversor medio tiene más de 45 años y una situación laboral que le permite tener unos ingresos por encima de la media. El 37% es autónomo, el 36% tiene un contrato indefinido y otro 14,6% es pensionista. Además, en relación a la nacionalidad, en el 85,9% de los casos se trata de un inversor español por sólo un 14,1% que es extranjero.
El aumento de las inversiones en vivienda responde a una realidad clara: los activos inmobiliarios rinden por encima del 9,5% en España en estos momentos, según el Banco de España, y alcanza los dos dígitos si el inmueble se alquila como vivienda turística en las zonas de mayor demanda de las grandes ciudades españolas. De ese 9,5% bruto, un 4,3% corresponde al dinero percibido por el arrendamiento posterior de la vivienda mientras que el otro 5,2% se debe a la plusvalía obtenida por la subida de los precios de la vivienda.