El último estudio estadístico de la Unión Europea no deja lugar a dudas. En 2017, cerca de un tercio de los hogares situados en los países de la Unión Europea estaban formados por un adulto soltero sin hijos. Los motivos son variados: el retraso de los jóvenes a la hora de casarse, los nuevos y variados estilos de vida y la movilidad profesional han hecho que cada vez la gente tarde más en casarse. Esto provoca que las soluciones habitacionales para personas que viven solas sean cada vez más numerosas.
Y es que la sociedad ha cambiado mucho en los últimos años. La mejora de la economía, las carreras profesionales, el feminismo, el acceso a la educación y las decisiones relacionadas con otros estilos de vida han protagonizado este cambio de tendencia. Antiguamente se consideraba que una persona en una vivienda vivía una vida solitaria, mientras que hoy en día es de lo más normal. Vivir solo se ha convertido en una etapa más de la vida, y muchas personas estiran esta situación al máximo. A nivel inmobiliario, las viviendas destinadas a una sola persona son algunas de las que tienen mayor salida en el mercado. Estudios y pisos de una única habitación son cada vez más demandados, y aparecen cada vez más en las promociones de obra nueva.
En el año 2010, el porcentaje de estas personas representaba el 31%, mientras que en 2017 ya se eleva hasta el 34%. Las cifras son variadas en función de cada país, siendo Suecia el país con más solteros que viven solos (51%) y Malta el que menos (20%). En España la cifra llega hasta el 25%, uno de cuatro hogares. A nivel mundial ya representa el 15% del total y no tiene visos de que la situación vaya a cambiar en un futuro próximo.