Acortar los plazos de construcción y entrega de las viviendas acabadas el principal obejtivo de esta nueva modalidad de vivienda. La alta demanda se encuentra con las trabas administrativas que pueden llevar a un proyecto de construcción a tardar entre 2 y 3 años de media. Pero ya hay iniciativas de que eso cambie en el futuro: la industrialización del proceso de construcción de una vivienda, haciendo que esta sea producida enteramente en una fábrica. Aunque parezca ciencia ficción, la realidad es que cada vez estamos mas cerca de ese modelo productivo.
Una vivienda prefabricada ofrece numerosas ventajas. La primera de ellas es el tiempo, pues tarda una media de 9 a 12 meses en ser construida. La calidad de la ejecución es mayor dado que los procesos industriales están optimizados. Y, por último, el impacto medioambiental es mucho menor. Y no solo porque la casa se construye de una forma más eficiente, sino que también está construida bajo esos mismos parámetros de eficiencia energética. Las casas industriales ya incorporan todos los mecanismos para aprovechar mejor los recursos y resultar más sostenibles desde el primer día. Las viviendas son construidas en diferentes procesos industriales, para posteriormente ser ensambladas en otro recinto. La vivienda se fabrica por diferentes módulos, para después ser instaladas en el emplazamiento definitivo, que previamente habrán sido preparados.
A pesar del potencial disruptivo para el sector que puede tener este método de construcción, también son muchas las ventajas para la sociedad. El primero es que ayudará a paliar el enorme desajuste que hay entre oferta y demanda. Este tipo de construcción requerirá mano de obra especializada y servirá para reactivar la industria del país. Aunque vale la pena destacar que lo único que cambia es la manera de fabricar la vivienda, y no hay ahorro en materiales o diseño. Por eso los precios son prácticamente los mismos.
