La inversión de los pequeños ahorradores en el ladrillo vuelve a crecer en España. Solo en 2017 se registró un crecimiento del volumen de inversión de más del 45%, con una facturación acumulada de 13.989 millones de euros. Y dentro de esta cantidad, las personas que deciden invertir sus ahorros en el mercado inmobiliario vuelven a jugar un papel cada vez más relevante. La operación más habitual sigue siendo la compra de una vivienda para el alquiler. Este tipo de operaciones pueden llegar a dar una rentabilidad del 7%, la media en España, mientras que la cifra sube al 7,26% en Madrid y baja al 5,63% en Barcelona.
Los inversores en vivienda cada vez tienen más alternativas a la hora de obtener beneficio de su inversión. En algunos casos, existe la posibilidad de adquirir una vivienda en la que ya hay un inquilino, acelerando la rentabilidad. Sin embargo, esta opción todavía no está el todo desarrollada. La búsqueda de un inquilino solvente y de confianza puede ser complicada, por eso los expertos recomiendan dedicar tiempo en encontrarlo, además de diversificar al máximo. Resulta más arriesgado comprar una vivienda en una zona alta y que no se alquile, que comprar tres viviendas en zonas más bajas y lograr alquilar las tres.
A pesar de todo, algunas voces se han alzado contra este tipo de fórmulas. Algunas aseguradoras recuerdan que invertir en ladrillo con la intención de asegurarse la jubilación puede no ser tan buena idea. Por cuestiones demográficas, como el envejecimiento de la población, el ladrillo puede perder mucho valor en el futuro. Si en el futuro nacen menos niños, habrá menos demanda de vivienda y, por lo tanto, los precios bajaran. En muchos casos también intervienen motivos culturales dado que, a diferencia de sus homólogos europeos, en España se considera que siempre es mejor ser propietario que alquilado.
