Sol y playa es probablemente lo primero que le viene a la cabeza a cualquier persona cuando piensa en España. Desde hace muchos años ese ha sido nuestro gran valor, la cantidad de horas de sol que tenemos al año y el atractivo de nuestras costas. Esto hace que muchos turistas nos visiten durante el año y que muchos otros decidan comprarse una segunda vivienda en nuestro país. El mercado costero se ha mantenido imparable desde hace años, a pesar de que ha sufrido algunas subidas y bajadas.
El mercado inmobiliario de la costa es principalmente cíclico. Durante la crisis de 2008 se resintió debido a la caída del comprador español. Sin embargo, su hueco fue ocupado por compradores extranjeros, principalmente de Reino Unido, Francia y Alemania. A las oportunidades que ofrecía el mercado se unía el deseo de tener una segunda vivienda en la atractiva costa española. En el 2015, la época de la recuperación económica en España, el comprador nacional volvió al mercado. Y al comprador extranjero y al español se unió un nuevo perfil: el inversor que quería obtener rentabilidad. Y es que las cifras indican que de una operación inmobiliaria con una vivienda costera se puede llegar a obtener una rentabilidad del 6- 7%.
Las diferentes comunidades autónomas que cuentan con zonas costeras vivieron la crisis de forma diferente. Regiones como Castellón, Murcia y Almería tenían un mercado joven, y en la época de la construcción se habían construido demasiadas viviendas, provocando una saturación del mercado y una caída de los precios. En zonas como Jávea o Benidorm, destinos turísticos desde hace muchos años, el mercado no acusó golpes tan directos. Barcelona Málaga, Valencia y Alicante son las regiones que lideran el ranking de mayor número de viviendas costeras, y este tipo de operaciones inmobiliarias supone un 30% del total, según cifras del ministerio de Fomento.
