Esta es una de las principales tendencias del mercado inmobiliaria actual. La población española envejece a un ritmo muy alto, y la visión de tener una casa en propiedad cambia. Cada vez más, la vivienda es vista como una inversión que pueda producir rentas el día de mañana a través del alquiler, además de un patrimonio que poder legar a los hijos. De ahí que el mercado inmobiliario tenga que adaptarse a este nuevo tipo de comprador.
Al fin y al cabo, actualmente los españoles mayores de 65 años representan el 18% de la población. En 2031 alcanzarán el 26%, y en el 2066 ya serán el 34% del total de ciudadanos. La gente cada vez vive más y ya no tienen tantos hijos. Por otro lado, la precarización de los jóvenes hace que ya no puedan plantearse una hipoteca a 30 o 40 años. Estos cambios económicos y demográficos y sus efectos han de ser analizados e incorporados por los diferentes agentes del mercado inmobiliario. Existen riesgos, pero también oportunidades de negocio. Por ejemplo, las residencias de ancianos son un sector en crecimiento, y se han posicionado como un producto de inversión inmobiliaria alternativa.
También hay que tener en cuenta los movimientos demográficos. En la actualidad, el mercado inmobiliario de Madrid y Barcelona no deja de crecer, mientras en otros lugares se encuentra totalmente estancado. Las oportunidades laborales abundan en las grandes capitales, y es lo que hace que aumente la demanda de vivienda en estos municipios, con el consiguiente efecto en los índices de precios. Y no solo en cuanto a viviendas: oficinas o espacios logísticos también están en un momento de gran dinamismo. A pesar de la revisión en la tasa de crecimiento de España, que se ha reducido hasta el 2,6%, las perspectivas para el sector inmobiliario son optimistas, siempre y cuando sean capaces de prepararse para lo que viene.