El alquiler de la vivienda en España se convierte en la alternativa más rentable para obtener el máximo rendimiento de las inversiones de capital. Frente la inquietud de una nueva desaceleración económica, las inversiones inmobiliarias multiplican varias veces la rentabilidad respecto a la que ofrecen los activos financieros como la deuda pública o la renta variable. La productividad que ofrece el mercado inmobiliario, especialmente en los últimos dos años, atrae tanto a inversores domésticos como internacionales.
La progresiva diferencia entre el crecimiento de los salarios (0,7%) y de las rentas de alquiler (4,2%), exige mayores esfuerzos financieros para la compra de casas. También se ha incrementado el número de años destinados a liquidar, que ha pasado de 22,8 años en 2015 a los 23,3 actuales. Según el Banco de España, en el último año la rentabilidad bruta acumulada por los alquileres de vivienda es del 4%. Esta cifra representa unas tres veces más de lo que puede aportar una inversión a renta fija. Los bonos del Estado a 10 años, por ejemplo, tienen una rentabilidad del 1,5%. La comparación es aún más favorable en los depósitos a 2 años ofrecidos por los bancos, donde la rentabilidad que aportan es de un 0,1% debido a la política marcada por el Banco Central Europeo.
Estas desigualdades son especialmente visibles en las principales capitales del país, siendo Madrid la comunidad más cara para el alquiler de una vivienda de segunda mano. En la capital, el precio medio del metro cuadrado es de 12,92 euros. Por otro lado, Barcelona es la ciudad más cara de España, con un precio medio de 964€ por un estudio de 60 m2. Aunque los activos financieros son mucho más líquidos que las viviendas, no hay duda del creciente interés por el mercado del alquiler como una alternativa de inversión. Los inversores se ven atraídos por unos rendimientos que hoy en día son más competitivos que los financieros.
