La recuperación del mercado inmobiliario no es homogénea. Hay zonas de España, principalmente las grandes capitales, en las que la demanda es enorme, tanto de alquiler como de compraventa. Todo el mundo quiere vivir allí, pero no hay suficiente stock para satisfacer esta demanda. Por el contrario, hay lugares en España donde la situación es bien distinta. Hay viviendas disponibles, pero nadie quiere vivir allí. En los años previos a la crisis se apostó por construir nuevas promociones de pisos, dando por hecho que en algún momento habría demanda. Pero esto no sucedió, y 10 años después vemos los resultados: quedan 1’2 millones de viviendas sin vender.
Desde 2014, este stock de viviendas a la venta se ha reducido en 445.000, volviendo al punto de partido iniciado en el 2006. Por desgracia, el 35% del stock que queda actualmente, según informes especializados, «se encuentra deslocalizado de los grandes núcleos metropolitanos y de interés turístico». De esas 430.000 viviendas, se calcula que el 60% nunca llegaran a venderse. Se trata de viviendas localizadas en zonas de economías débiles en las que ha habido notables caídas de población, causadas tanto por el éxodo a las grandes ciudades como por el envejecimiento natural, y en las que no existe interés inversor ni actividad constructiva. Y se trata de una tendencia que se da en todo el mundo: las personas abandonan el campo para trasladarse a las ciudades.
Mientras tanto, el sector de la construcción vuelve a crecer. En el año 2017 se terminaron 55.000 viviendas, lo que supone un aumento del 36% respecto al 2016. La alta demanda en las ciudades hace que nuevas promociones de viviendas vuelvan a iniciarse, tanto en la metrópolis como en los municipios colindantes. Al mismo tiempo, miles de viviendas están disponibles en todo el país, pero nadie las quiere. Una paradoja del mercado inmobiliario que tendrá difícil solución.
Un comentario
Parte de la solución radica en descentralizar el país, activar las zonas más despobladas del mismo desde el gobierno. Actualmente con las redes de comunicaciones de España no es descabellado montar nuevas fábricas o centros de trabajo en zonas alejadas de los grandes núcleos de población donde es más económica la inversión a realizar y el coste de mano de obra, pero siempre tendrá que estar promovido por los gobiernos autonómicos y central.