En un momento en el que el parque de viviendas usadas muestra síntomas de agotamiento, falta suelo para construir y el stock de viviendas nuevas no llega a cubrir la demanda, la inversión inmobiliaria se traslada al extrarradio. En los alrededores de ciudades como Madrid y Barcelona empiezan a concentrarse inversores y pequeños ahorradores, que ven en estas zonas el nuevo lugar donde invertir en vivienda. Los indicadores parecen mostrar que los precios de compraventa han tocado techo en las grandes ciudades, y que es el momento de buscar oportunidades en la periferia.
Mientras el precio del metro cuadrado aumenta hasta un 20% en barrios como Ciutat Vella y el Ensanche, las zonas más céntricas de Barcelona. También lo hace en barrios periféricos como Sant Andreu. El precio aumenta en todos los barrios, hasta el punto de que media general de subida fue del 15% en 2017. En el caso de Madrid, hay municipio en los que la subida es aun mayor que en la capital, como es el caso de San Sebastián de los Reyes. Esta tendencia también se está dando en otras capitales de provincia como Sevilla y Valencia, que ven como los municipios de Torreblanca y Godella suben un 16% y un 15,01% respectivamente.
Dado que en muchas de estas zonas los precios eran bajos, las rápidas subidas son mucho más pronunciadas. Hasta la fecha, el aumento de los indicadores de precios del sector inmobiliario se había dado de forma heterogénea, concentrándose principalmente en las grandes ciudades. Ahora el repunte se produce de forma generalizada en las zonas de la periferia, que ven como continua la escalada de precios producida por el estancamiento de la oferta. A pesar de las medidas impulsadas para paliar esta situación, como la construcción de miles de nuevas viviendas, es muy poco probable que sean suficientes para luchar contra esta escalada en los precios.