El sector del alquiler siempre da mucho de qué hablar por la gran cantidad de personas implicadas en cualquier contrato de arrendamiento. Desde el acuerdo al que llega el propietario con su inquilino o inquilinos, hasta la agencia intermediaria (si la hubiera), pasando por otras plataformas de control y asistencia a los arrendatarios o la comunidad de propietarios. Es por ello que un alquiler siempre es una relación contractual muy sensible, pues del comportamiento de los que residan en ese inmueble dependerá también el bienestar y calidad de vida del resto de personas de alrededor. Y es que es habitual que se den casos en los que en un piso de alquiler ocurran hechos que acarreen desperfectos en la vivienda.
Así, según la ‘Radiografía de la Siniestralidad de los inmuebles arrendados en España’, elaborada por Arrenta Quarto Pilar, los daños por agua son los más habituales en pisos de alquiler con un 36,8% de los casos, seguidos por las roturas de cristales (21% de los casos) y los robos (12,3% de los casos). El análisis muestra que en un nivel medio de siniestralidad en este tipo de viviendas también se encuentran los daños eléctricos (7,9%), los actos vandálicos (5,3%), roturas y averías (4,4%) o el cambio de cerraduras (3,5%).
En términos absolutos, este tipo de sucesos es cada día más elevado debido a la mayor cantidad de personas que viven en régimen de alquiler, más del 20% del total de la población. Cada año se dan más de cinco millones de siniestros en España, lo que supone desembolsar alrededor de 1.250 millones de euros en reparaciones, un 20% de los cuales se destinan a viviendas en alquiler. No obstante, de estos siniestros son responsables tanto los propietarios como los inquilinos. Por eso es cada día más habitual que el propietario de una vivienda contrate un seguro que pueda cubrir los posibles daños ocasionados por sus inquilinos, por averías o fugas o incluso por fenómenos atmosféricos.