Un tapón de corcho sirve para mucho más que evitar que se agrie el vino. Entre otras cosas, este material natural es capaz de actuar como aislante para una vivienda sostenible. Así lo están poniendo a prueba a través de diferentes programas que buscan extender el uso de un material que acaba en la basura al ritmo de 2.500 toneladas por año. Alumnos y profesores de la UPV, la Universidad Politécnica de Valencia, buscan aprovechar sus cualidades naturales en un proyecto que podría reducir el impacto medioambiental de la construcción, además de reciclar este útil producto.
Las propiedades del corcho como aislante son numerosas. No solo es más ecológico y fácil de usar, sino que además ofrece mejor rendimiento como aislante natural. El corcho puede proteger una casa tanto del frío como del calor, además de ser transpirable y completamente resistente al agua. Sin embargo, su alto precio de fabricación es el motivo de que las empresas prefieran utilizar otros aislantes químicos que suponen mayor impacto al medioambiente. Fuera de los círculos de bioconstrucción, el corcho sigue siendo un desconocido. De ahí que hasta 2.5000 toneladas de tapones de corcho se conviertan en residuos cada año. Por eso, la iniciativa busca poner en marcha este programa de reciclaje para poder darles una segunda vida.
Gracias a la alianza con la industria vinícola, diversas empresas de reciclaje y el gran público, la iniciativa busca fabricar una casa sostenible aislada totalmente a través del corcho. Para ello busca reciclar hasta 60.000 tapones de corcho que servirían para cubrir las paredes de esta vivienda-piloto. Además de suponer una iniciativa que podría cambiar para siempre la construcción de vivienda, ha servido para dar a conocer la importancia del corcho y las enormes posibilidades que ofrece a la hora de reducir nuestro impacto medioambiental y nuestra huella de carbono.
